i bien la caída definitiva de Roma se da en el siglo V, poco antes de ese momento fue posible experimentar algunos elementos que darían origen a la muy particular fisionomía presentada por el arte occidental de los siglos V – X. En realidad ya en el siglo III comienzan a delinearse las formas que caracterizarán al arte de la Alta Edad Media, a través de la expresión que desarrollan las primeras comunidades cristianas, y que más tarde(s. IV) es el arte protegido y realizado por orden de la iglesia.
Este período de experimentación nació en la cultura cristiana dentro de la Roma imperial, con sus políticas de exclusión y agresividad a los grupos subalternos como judíos y cristianos. Las leyes romanas prohibían enterrar muertos dentro de la ciudad por lo cual éstos últimos comenzaron a excavar en el subsuelo de Roma largas galerías, donde las familias cristianas —las ricas en su mayoría— construían auténticos cementerios donde los difuntos esperaban la resurrección.
Hasta aquí podemos hablar de una separación que se gesta entre la representación artística de oriente y occidente, pues las invasiones bárbaras (germanos y hunos) vinieron a colapsar las instituciones de occidente mientras la amenaza sasánida sacudía al oriente. Sin embargo, este último resistió y Bizancio se erigió como el último bastión de una cultura romana que en realidad expresaba un sincretismo entre las instituciones paganas, la religiosidad cristiana y la cultura del medio oriente. Y no sólo eso, sino que limitó y acorraló la posibilidad de una totalidad de dominio militar germánico.
Mientras en Occidente, los hunos que eran nómadas y perseguían el pillaje y saqueo de los antiguos centros romanos no dejaron una huella en la fragmentación y aculturación de la zona más que por la vía militar directa, los germanos, de tendencia sedentaria, además de botín y tributos, buscaban tierras donde asentarse, situación que algunos historiadores han denominado como la verdadera causa de la caída del imperio romano: las migraciones interiores. Por ello hubo más de 100 pactos efectuados entre el imperio y las tribus bárbaras en un lapso de 80 años, entre el 395 y el 476, (Maier:1975,126)
No pasó mucho tiempo para que se comenzara a hablar de estados germánicos, reinos tribales que por conveniencia política, estabilidad territorial y deseo de poder, coexisten con tres elementos clave del antiguo pasado de la zona: la institucionalidad romana como garantía de legitimidad, la cristianización como expresión de civilización y la fragmentación cultural sujeta a un control hegemónico.
La Alta Edad Media es la época en la cual se suceden continuos movimientos migratorios y de asentamiento, en el cual las tribus germánicas son el artífice para el mantenimiento de otras oleadas migratorias que terminarían por detonar un aumento demográfico que llevó al resurgimiento de las ciudades. (Elias:1994,282). Pero, antes de llegar a esta época hablamos de un proceso de aculturación regional que abarcó las antiguas zonas romanas desde España (Vandalos, suevos y visigodos) hasta Inglaterra (Anglosajones), Francia (Visigodos, burgundios), Italia (Ostrogodos) y Alemania (Francos). Al final, el único superviviente claro, fueron los reinos francos que se unificaron a través de los merovingios y luego, bajo Carlomagno.
Como en todo proceso de aculturación regional, el arte presenta características distintivas en pequeñas zonas geográficas, además de permitir su identificación con el contexto cultural en el cual se desarrolla. A este arte, surgido de entornos de inestabilidad política, guerras y reordenamientos territoriales entre el siglo V y X occidental, muchos especialistas le denominan “prerrománico” como una manera de brindar una síntesis general para una tarea bastante difícil de sostener de manera unificada. (Calders:1980, 147).
Arte Prerrománico
El arte prerrománico se puede entender como la forma de expresión simbólica y artística de una gran variedad de pueblos tras la caída definitiva de la Roma imperial. Abarca desde las primeras manifestaciones pictóricas, iconográficas, escultóricas y arquitectónicas de los grupos germanos asentados en los territorios romanos en un lapso de cuatrocientos años y termina con el surgimiento de abadías y monasterios que son el núcleo central de la cristiandad a finales del siglo X.
El prerrománico es un precursor del románico en el sentido de que rinde testimonio del proceso sincrético tanto político como religioso que viven los pueblos germanos hasta antes de los intentos de unificación imperial germana que impulsan estilos con la misión específica de contribuir a la contención de una nueva oleada de migración, de la cual ahora, en el año mil, son la fuerza de contención.
En un primer momento, la influencia bizantina se presentó en la mayoría de los templos e incluso llegó hasta el propio palacio de Carlomagno, del cual sólo sobrevive la capilla de Aquisgrán destinada a guardar sus restos. Pero, más tarde, bajo los otones, la arquitectura presentó una singular fisonomía que reflejaba la mezcla de los elementos clásicos y germánicos. Con Magdeburgo (955) la primera catedral suntuosa, iniciaba una serie de templos en Maguncia, Bamberg o Colonia que revelaban esta mixtura estilística en un solo lenguaje arquitectónico. La escultura no corrió con la misma suerte que la arquitectura y lo poco destacado se presentó como ornato arquitectónico por medio de capiteles y planchas con relieves. Pero el único rival del desarrollo de la arquitectura en el arte carolingio, en el sentido de producción y calidad estética, fueron las pinturas de los manuscritos, trabajo donde el miniaturista y el copista establecen labores de conjunto con una compleja técnica y no menor destreza representativa. Este interés en ilustrar los libros, coincide con el impulso educativo del renacimiento carolingio en la creación de abadías y monasterios —centros de enseñanza y difusión de la época— dentro de un auténtico proceso de reforma intelectual que inició el ciclo de reencuentros occidentales con los ideales de la cultura grecolatina.
Bibliografía
Calders Giovanni y otros. (1980). Historia del arte. Biblioteca Temática UTHEA. San Sebastián, España.
Elias Norbert. (1989).El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. F.C.E. 2ª.ed., México.
Maier, Franz Georg. (1975). Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII. Siglo XXI. 3ª ed; Madrid, España.
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Palol Pedro y varios. (1976). Historia del arte. Salvat Editores. Barcelona-México.